sábado, 3 de diciembre de 2022

La espera incómoda

 


Estaban todos, unos mirándome compasivos, otros con un desprecio comedido. Reconozco que, no siempre uno está acertado. La vida aunque es un suspiro da para equivocarse numerosas veces. En estos momentos les diría cuánto los quiero, pero sé que no serviría de nada. Con el tiempo se olvidarán y volverán a las mismas creencias de mí que tienen hoy. Mi esposa siempre fue más generosa en todo, nos amó a todos de una manera excepcional. Tenía que haber sido yo el primero en irse, ellos lo hubieran agradecido. De los cinco hijos ninguno se parece a mí y eso lo agradezco. Son el carácter de su madre, su tolerancia, su manera de amar, de comprender al otro y de tener siempre una palabra hermosa en un día gris. Míralos, unos me compadecen y otros tienen ganas que cierren el ataúd y me entierren lo más profundo posible.