martes, 27 de abril de 2010

Mi mundo perfecto

Un día soñé que era otro tipo de persona. Sin defectos, todo en mi eran cualidades. Me di cuenta que soñaba y no quise despertar , cerraba con mucha fuerza los ojos para no abrirlos y ver la cruda realidad.
Metí la cabeza bajo la almohada y apreté con las manos para que no entrara ni un resquicio de luz. Estaba todo a oscuras y si por alguna casualidad abría los ojos seria como seguir durmiendo. Velozmente solté una mano del almohadón, cogí la sábana y tape incluso la almohada.
Ahora estaba en mi mundo perfecto y nada ni nadie me lo iba a quitar. Tarde poco en darme cuenta de que en ese mundo tan maravilloso solamente estaba yo. Me entró pánico, empecé a sentir angustia y de un salto me levanté de la cama.
Me miré en el espejo que tenía colgado en la pared y era yo, con imperfecciones, con dilemas, con contradicciones, pero estaba vivo. Mi cuerpo rezumaba vida, mi cuerpo tan imperfecto, pero mío, miraba la vida de frente. Me di cuenta de que la única perfección que tenía en este mundo era mis imperfecciones y que gracias a ello mi mundo era perfecto.

miércoles, 21 de abril de 2010

Libertad

Un día soñé que era inmensamente feliz. Podía decidir sobre mi futuro y como no sobre mi presente. Fue entonces, cuando al darme cuenta comencé a darle vueltas.
Ahora nadie me decía que tenía que hacer y comenzó a ser un problema. Hasta ahora hacía todo lo correcto, lo que la sociedad me marcaba. No sabía que hacer sin que me lo indicaran. Me entró pánico por quedarme inmóvil, sin saber que hacer. Fue entonces que pensé en aprender a elegir. Podía pensar lo que quisiera, ir donde quisiera y mirar lo que quisiera, sin que nadie me lo indicara. Podía elegir lo que tenía que oír. Decidí taparme los oídos, para así comprobar que era lo que veía. Me tapé los ojos, para saber solamente lo que se oía. Deje de pensar, para saber lo que se sentía, aunque no hizo falta, pues toda mi vida había sido así. No pensaba, no miraba, solo veía, tocaba con guantes, olía por los oídos, oía por la nariz.
Me desnudé en medio de la calle y empecé a andar, sin pensamientos, sin sentimientos y respiré hondo. Cerré los ojos, me tapé los oídos y comencé de cero.