domingo, 9 de septiembre de 2018

El accidente


Paulina era una mujer con muy mala suerte. Había enviudado tres veces y en su cuarto matrimonio decidió otra vez mudarse al piso de su reciente esposo. Adolfo cuidaba con delicadeza sus planta y regaba las macetas todas las noches antes de acostarse, hasta que murió. Paulina afligida y con desgana, tuvo que hacerse cargo cumpliendo la promesa que le había hecho a su marido cuando este repentinamente enfermo. Lo único que cambió en el cuidado de las plantas era que ella las regaba al mediodía.
Con el tiempo Paulina les cogió cariño a las plantas y empezó a esforzarse en la tarea. Todos los días con puntualidad suiza, a las doce del mediodía, las regaba con abundante agua. Tenía la fea costumbre de no tener miramiento cuando pasaban personas por debajo de su ventana. Su vecino Jacinto ya le había llamado la atención en contadas ocasiones, a lo que Paulina reaccionaba con desprecio.
Un día Jacinto se dirigió a ella asegurándole que iba a denunciarla. En ese instante le lanzó una maceta a la cabeza, dejándolo inconsciente en medio de la acera.
Paulina lamento la muerte por accidente de su vecino, fruto de las rachas de viento y de la mala suerte.

Juguetes rotos

El baúl de los juguetes está cada vez más vacío. Mis padres se han empeñado en regalarlos poco a poco a los niños necesitados del barrio. A mí no me parece nada bien, soy yo quien debería hacer con ellos los que me diera la gana. Si fuera del baúl de mi hermano Raúl no me importaría, ni a él tampoco. La verdad es que hay juguetes que ya no utilizo y me da lo mismo que los regalen, en cambio sí que utilizo alguno del baúl de Raúl y ellos no lo saben. Los he oído hablar bajito recordándose que mañana hará diez años que murió.