Agdé
era el jefe de la tribu. Sentado en la entrada de la cueva al lado de una
hoguera, que les protegía de las alimañas, sobre todo del tigre de dientes de
sable, su peor enemigo.
Esa
noche el firmamento relucía como nunca antes se había visto. Entonces Agde fue
testigo de una bola de fuego cruzando de lado a lado el horizonte, creyó que
era un mensaje de los dioses, un buen augurio.
El
objeto incandescente desapareció de su vista y tras un inmenso silencio vino un
descomunal estruendo, como jamás se había oído temblando la tierra donde se
encontraban. Salieron de la cueva asustados todos los miembros de la tribu para
ver que ocurría.
Un largo
invierno sobrevino tras el impacto del meteorito, comenzaba la glaciación.