Cuando decidimos volver a colgarla en la pared había pasado mucho tiempo.
A mi madre cuando se casó ya se lo dijeron:
-Nunca la muevas de su sitio porque si lo hacer tendrás malas consecuencias.
Se le habían muerto dos hijos y siempre la mantuvo colgada en la pared en el mismo sitio.
Peor que ver morir un hijo no había nada.
Un día mi madre la descolgó y mi padre se marchó de casa maldiciendo.
Mi padre volvió, cogió la escopeta y le descerrajo dos tiros.
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