
La comida se enfriaba encima de la mesa mientras nos mirábamos el uno al otro.
Teníamos que esperar el momento adecuado y hacerlo con mucha rapidez. El encargado sería yo por ser el hermano mayor.
Ya estábamos hartos de quejarnos y de que no se nos hiciera caso. Cuando salió mi madre al balcón cogí los platos, me dirigí a la cocina y tiré el asqueroso potaje a la basura.
Coloque los platos en su lugar de la mesa y al levantar la vista, mi madre desde la puerta del balcón, me miraba fijamente.
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