domingo, 25 de octubre de 2015

El viajero



Se abrió delante de mí una puerta.  Vi en el suelo algo parecido a una figura humana. La apunté con el móvil y disparé, la foto salió perfecta. Salí corriendo, y en mi retina aún estaba reflejada su mirada. Estaba en este pueblo investigando para mi periódico varias muertes extrañas, sucedidas en el último año.
Entré en la pensión con la cara tan blanca como un cadáver. En ese instante la casera me pregunto si me encontraba bien, contesté que perfectamente.
Al darme la vuelta vi reflejado en el espejo de la entrada, como iba a clavarme un enorme cuchillo por la espalda. Cogí una figura de mármol, me giré y la golpeé en toda la cara, cayendo en la alfombra egipcia de la entrada. Enrollé a la casera con la alfombra, bajé al sótano y la metí en la caldera, la encendí y me marché.
Subí a la habitación y allí estaba, de pie mirándome. Aún al mirarlo me producía terror. Ya no hacía falta verlo en fotografía, retrocedí dos pasos, entonces empezó a hablarme. Salté por la ventana a la calle. Aunque solo fue un primer piso, caí de forma impecable y salí corriendo.
Me subí al coche, arranqué y me largué del pueblo sin mirar por el retrovisor.  Saqué el móvil, volví a ver la foto y no lo podía creer, era igualito a mí.

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