jueves, 28 de enero de 2016

Llegó la hora


Subir a la habitación era algo recurrente en la última hora.
Contó los escalones con la esperanza que fuera esta la última vez.
Abrió la puerta, se acercó y comprobó que el silencio de los gemidos era la señal.
¡Ya!
En ese instante el notario comenzó la lectura del testamento. 

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