jueves, 13 de abril de 2017

El más grande valor




Solamente le quedaba un cigarrillo en el bolsillo de la camisa y decidió pegarle fuego. Las primeras caladas fueron como pequeños orgasmos entrelazados. Hacía una semana que reservaba el único cigarrillo que le quedaba para una ocasión especial.

A la voz de ¡Viva la república! , con la bayoneta calada en el mauser, salio corriendo como un galgo desbocado. Sin parar de correr iba pegando caladas a la pava hasta que la brasa le llegó a los labios y la escupió. De repente, la música de una ráfaga de ametralladora fascista frenó su carrera, cayendo herido de muerte. Era 1 de abril d 1939.

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