Érase
una vez un pajarillo negro y amarillo que todos los días, con los
primeros rayos de sol, acudía al mismo árbol a cantar, saltando de
rama en rama.
Un
día una ninfa que allí se hallaba le preguntó:
-Por
qué vienes todos los días a este árbol y cantas sin cesar?
A
lo que el pajarillo le contesto:
-
Porque estás tú.
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