Andaba
una oruga en un jardín todo el día de rama en rama, picoteando todas las hojas
que le apetecían. Las demás la consideraban una impostora en el reino donde
habitaba. Angustiada y temerosa, se marchó de allí. Deambulaba sin destino,
hasta que la acogió en su hogar una oruga sabia. Vislumbró un futuro hermoso
para ella, anunciándole cambios importantes. Una mañana comenzó a sentir en su
interior una suave voz indicándole lo que debía hacer, entonces se acordó de lo
que dijo la oruga sabia y buscó una rama lo más cómoda posible. Tejió un
capullo de seda alrededor suyo. Pasado unos días comenzó a sentirse distinta,
necesitaba salir de allí. Entonces agujereó el capullo, saliendo con esfuerzo. Era
diferente, desplegó unas alas con unos colores tan hermosos que jamás se había
visto algo igual. Comenzó a volar, convertida en la más hermosa mariposa que
había existido. Surcó el cielo de una manera majestuosa hasta el reino de las
orugas. Todas miraron sorprendidas, en especial la reina, embelesadas por tanta
belleza. Pensó que la vida siempre da otra oportunidad, aceptando que ese era
su destino.
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