domingo, 13 de septiembre de 2015

Cicatrices te da la vida


La vida te deja continuamente cicatrices. Unas te fortalecen y otras te recuerdan lo frágil que es tu vida. Unas las esperas y otras aparecen cuando menos te lo imaginas. Unas y otras son parte de esa vida que te toca vivir. 
El ser humano es capaz de amar y odiar a la vez y en los dos casos hacer daño en exceso. Del amor al odio no hay una línea fina, la línea es inexistente, hay un vacío de nosotros, de nuestras perspectivas de vida y la de los demás.
La fortaleza del ser humano está en él, al igual que la debilidad. Todo dependerá del mundo que le rodee desde su nacimiento. Y allí estará la clave de su existencia, de sus éxitos y de sus fracasos. De su vida completa o incompleta.
Siempre tienes que dar de ti lo máximo y no por los demás si no por ti, por tu proyecto de vida. Entendiendo como proyecto de vida todo lo que te vaya aconteciendo de forma natural a través de tu esfuerzo, todo lo demás vendrá solo.
La vida sin darte cuenta va pasando y el tiempo es algo que no está al alcance de nosotros, lo que hacemos con él, sí. Ocupamos más tiempo en lo que quieren los demás que en lo que nosotros queremos. Estamos encorsetados en vidas formales.
La educación tiene que buscar la naturaleza humana y aprovechar a cada individuo en su máxima expresión. No confrontar si no complementar independientemente de su visión individual del mundo.
Las utopías están para cumplirse, a largo o corto plazo, al igual que los sueños, si creemos en ellos. La búsqueda de la felicidad nos frustra porque en la mayoría de los casos la establecen los demás y no nosotros. Cada uno tiene que buscar su Grial, y seguir buscándolo hasta que el tiempo te alcance.




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