Salen sigilosamente de las
habitaciones de sus hijos a la vez. En medio del pasillo murmuran lo orgullosos
que están de ellos. Un niño y una niña, habían tenido la parejita. Van al salón, apagan las velas y se sientan en el
sofá que hay frente al televisor. Se tapan con una manta, entrelazan sus manos
esperando que amanezca y se hagan las
ocho de la mañana. Llaman al timbre, despiertan y visten a los niños. Junto a
ellos y tres maletas, salen de lo que había sido hasta entonces su hogar.
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