Bucear
en el lago que había al lado de casa, al
atardecer, era mi momento favorito del día. Cuando tenía
cinco años mi padre compró la casa azul con tejado rojizo que había
a pies del lago. Fue cuando mi madre nos abandonó.
Mi
padre, a cualquier hora desde el porche, observaba con unos
prismáticos el inmenso lago. Una tarde como cualquier otra decidió
dejar los prismáticos e irse a bucear.
Ya
era de noche cuando lo encontraron a escasos metros de la orilla. Le
faltaban las dos piernas. La pasión de su vida por lo desconocido le
llevó a sumergirse ese fatídico día en el lago Ness.
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