miércoles, 23 de septiembre de 2020

El abogado discreto

Era un juez del Tribunal Supremo, Don Agapito Bahamonde García del Amo, las malas lenguas hablaban de falta de equidad en sus decisiones. Tenía un hijo abogado, de educación exquisita. Había ido a los mejores colegios y universidades en Madrid, Londres y Boston. Todos confiaban en que siguiera la carrera del padre, menos él. Mientras los demás pretendientes a la judicatura, leer sentencias era su entretenimiento, él estaba convencido que era innovador en sus planteamientos para impartir justicia. No leía una sentencia de más, ni les daba valor. Él, Valeriano Bahamonde Grande de las Casas, vio un filón y un entretenimiento en las prácticas. Tenía un don especial heredado de un bisabuelo, la discreción. Donde iba pasaba desapercibido.

En la prensa internacional se hablaba de los casos de un asesino en serie en Londres, Boston y ahora en Madrid, que llevaba en jaque a la policía. 

  

No hay comentarios:

Publicar un comentario