Sin apartar la mirada de la valla del cementerio, Ezequiel y Calixto se pusieron
uno al lado del otro.
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Ezequiel, cae de espaldas yo caeré de frente, ¿vale?
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Vale
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¡Viva la República!
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¡Apunten!
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¡Fuego!
Se levantaron y vieron como el soldado con gorra redonda remataba con un
tiro en la cabeza a los fusilados.
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