domingo, 31 de enero de 2021

Juntos


Me enamoré de María José en la época de travesía adolescente. Esa en la que necesitas un salvavidas por la inseguridad. Una tarde me lancé de cabeza y le pedí salir, ella en ese momento con el timón en sus manos, me dijo que sí. Ese sí, me hizo sentirme tan seguro como el marinero en puerto. Noté una sensación de felicidad que me recorrió el cuerpo de popa a proa y de babor a estribor.

Nuestra relación la comenzamos zarpando con una agradable brisa y la mar en calma, hacia la isla paradisíaca que habíamos soñado. Con los años comprendimos que en la vida navegas unas veces con la mar en calma, otras con marejada y también con mar gruesa. Lo pasamos juntos, remando en la misma dirección.

La vida nos llevó a buscar una playa idílica donde resguardarnos de las tormentas y al fin lo conseguimos. Amarramos nuestras vidas con un cabo grueso para sentirnos seguros y poder terminar encontrando el tesoro escondido de la felicidad.

Al final la marea nos cubrirá y juntos en nuestra isla soñada formaremos parte de la arena de la playa.

Como dos amantes


La esperé con las luces apagadas, una vela con la llama tenue era lo único que alumbraba la habitación. Abrió la puerta, le cubrí con un pañuelo los ojos y la tumbé en la cama. Le quité los zapatos, le desabroché los botones de su blusa y le liberé del sujetador. La falda se la bajé con suavidad. Llevaba un tanga que se lo quité lentamente, acariciando sus piernas.

Comencé besándole todo el cuerpo, bajando desde la cabeza hasta los dedos de los pies, comprobando como en algunos sitios al pasar respiraba acelerada, estremeciéndose. Su lengua buscaba desesperadamente la mía y se la entregué con todas mis ganas. A continuación, la cogí por la cintura y con su ayuda nos unimos, notando como su excitación lo facilitaba. No paró de gemir y suspirar en mi oído, yo me estremecí, descargando toda mi energía dentro de ella. Otra vez más, me había hecho gozar de manera extraordinaria.

Cuando terminamos, sin mediar palabra como habíamos quedado, se vistió y se fue. A continuación, volví a casa andando. Allí estaba esperándome la mujer de mi vida. Esta vez fue como dos desconocidos en un hotel.

sábado, 16 de enero de 2021

Érase...


 

Verde como las hojas de los árboles que le rodeaban. Así era el dragón que sobrevolaba el bosque del reino del Arco Iris. Su Rey era caprichoso y déspota como ninguno. La princesa era prisionera de los caprichos de su padre, que quería casarla con su único consejero, un soldado prepotente, sanguinario y feo como una boñiga de vaca. El dragón hechizado, quería volver a ser quien fue, el soldado más valiente del reino, fiel y tan bello como un amanecer en primavera. Así describía Jimena el inicio de un cuento, que estaba escribiendo en su cuaderno verde.

 

miércoles, 13 de enero de 2021

Mi primer beso


 

Fue saliendo por la boca del metro, en la calle Colón, cuando escuché una canción que hacía muchos años que no oía, era Je t´aime.

Sonaba cuando me dieron mi primer beso. Sí, he dicho bien, me dieron. Fue Isabel, dieciséis años, morena y guapa con locura. Yo catorce, lleno de complejos y tímido, como no podía ser de otra manera.  

Dicen que la nostalgia con medida no es mala. Fue una típica tarde de verano, en la que organizamos un guateque. Las luces apagadas, con una oscuridad espesa por la calor, con solo unos rayos de luz silenciosos que se colaban por las grietas de la ventana.

Isabel me cogió de la mano y nos pusimos a bailar. Me rodeó con sus brazos por el cuello, yo a ella por la cintura a unos centímetros de prudencia, ella apretó su cuerpo contra el mío, yo me dejé llevar.

Sin esperarlo, me acarició los ojos con su mirada, los cerré y noté sobre mis labios el sabor de los suyos. Estaba besándome por primera vez y me sentí el rey del mundo, pero solo acababa de empezar. Giró su cabeza un poco hacía mi izquierda y no entendía nada, al mismo tiempo noté su lengua junto a la mía, en mi cabeza una explosión de colores que me recorrieron todo el cuerpo. Comenzó a faltarme el aire, pensé que no aguantaría, entonces Isabel apartó sus labios de los míos. Se me quedaron con sabor a verano, que ya no volvimos a repetir.

El claxon de un coche me devolvió al centro de Valencia. La canción ya había dejado de sonar. Aquel verano a un chico lleno de complejos y tímido le cambió la vida.