Verde como las hojas de los árboles que le rodeaban. Así era el dragón que sobrevolaba el bosque del reino del Arco Iris. Su Rey era caprichoso y déspota como ninguno. La princesa era prisionera de los caprichos de su padre, que quería casarla con su único consejero, un soldado prepotente, sanguinario y feo como una boñiga de vaca. El dragón hechizado, quería volver a ser quien fue, el soldado más valiente del reino, fiel y tan bello como un amanecer en primavera. Así describía Jimena el inicio de un cuento, que estaba escribiendo en su cuaderno verde.
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