domingo, 31 de enero de 2021

Como dos amantes


La esperé con las luces apagadas, una vela con la llama tenue era lo único que alumbraba la habitación. Abrió la puerta, le cubrí con un pañuelo los ojos y la tumbé en la cama. Le quité los zapatos, le desabroché los botones de su blusa y le liberé del sujetador. La falda se la bajé con suavidad. Llevaba un tanga que se lo quité lentamente, acariciando sus piernas.

Comencé besándole todo el cuerpo, bajando desde la cabeza hasta los dedos de los pies, comprobando como en algunos sitios al pasar respiraba acelerada, estremeciéndose. Su lengua buscaba desesperadamente la mía y se la entregué con todas mis ganas. A continuación, la cogí por la cintura y con su ayuda nos unimos, notando como su excitación lo facilitaba. No paró de gemir y suspirar en mi oído, yo me estremecí, descargando toda mi energía dentro de ella. Otra vez más, me había hecho gozar de manera extraordinaria.

Cuando terminamos, sin mediar palabra como habíamos quedado, se vistió y se fue. A continuación, volví a casa andando. Allí estaba esperándome la mujer de mi vida. Esta vez fue como dos desconocidos en un hotel.

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