viernes, 30 de agosto de 2019

Corazones



Fui portada en todas las revistas médicas y en todos los informativos y periódicos del mundo, el niño de los dos corazones. Así se empezó a conocerme, algo que duró poco tiempo, pronto se olvidaron de mí.
Llevaba una vida normal, como un niño de mi edad, pero era conocido como Pablo el doble de corazones. Mi abuela para quitarle hierro al asunto y darle una vuelta positiva me dijo, Pablo tú serás el doble de bueno y el doble de inteligente. También un día me dijo, hijo te tocará sufrir el doble en el mal de amores.
Con catorce años me enamore por primera vez, se llamaba Raquel, aunque ella no me correspondió. No sufrí doble como había aventurado mi abuela. Nunca la olvidé, fue mi primer amor.
Con dieciocho años Leonor me chiflaba, era una chica diez, la más inteligente y la más guapa de la clase. Podía conversar de cualquier tema mejor que nadie, era simpática a raudales, duró tres meses nuestra relación. Se tuvo que marchar con sus padres a Alemania. Al poco tiempo la olvidé, al contrario que con Raquel, que nunca me la quitaba de la cabeza. Fui saliendo con todo tipo de chicas, más interesantes o menos, más guapas o menos, y mis corazones ni se inmutaban.
Era el día que cumplía veinticinco años cuando noté que mis corazones se aceleraban y latían descompasados, algo que nunca me había pasado. Busqué con la mirada a mi alrededor y vi una mujer de ojos verdes esmeralda, pelo moreno azabache, tez morena. Era ella.
La llamé por su nombre y se giró, le pregunté si me recordaba, que era Pablo, que habíamos ido juntos al colegio. Sin pararse, a la vez que se alejaba, me contestó que no.
Noté un dolor en el pecho como nunca había tenido, y me acordé de mi abuela.


miércoles, 28 de agosto de 2019

Incomunicados



Las noticias hablaban de la misteriosa desaparición de los habitantes de un pueblo en el interior de Galicia. Vivían no más de veinte personas, que quedaron incomunicados, algo más de siete días por la nieve.

Recuerdo aquel pueblo de Galicia al que llegué una tarde. Buscaba una aldea alejada de la civilización para poder vivir de la caza y el mal tiempo me hizo cambiar de planes. Decidí quedarme en el pueblo esa noche como invitado de Ángela, una anciana muy amable y cariñosa. El pueblo más cercano estaba a más de treinta kilómetros. Ella me contó que en invierno solían quedarse de vez en cuando aislados por la nieve, parecía que el tiempo acompañaba para ello, empezaba a nevar. Ángela me invitó a quedarme en su casa hasta que pasara la tormenta y se pudiera salir. Amablemente acepté la invitación. Me dijo que cuando nevaba así, había muchas posibilidades de quedarse aislados por lo menos una semana. Lo peor de todo es que coincidirá  con la luna llena.

sábado, 24 de agosto de 2019

La capa violeta


En un país imaginario o no, vivía un anciano mago que atrapaba los sueños de todas las doncellas. Los escondía en un recóndito lugar. Un día llegó al país una familia con su hija. Distinguía a la doncella una capa de color violeta.
El mago al ver a la nueva doncella le lanzó un conjuro para atrapar sus sueños. Le fue imposible, lo intentó de nuevo y fracasó.
Entonces el mago preparó una pócima especial e ideo un plan para suministrársela. 
El mago se tomó un brebaje convirtiéndose en un esbelto caballero. Fue a visitar a la doncella, pidió permiso a sus padres y la invitó a pasear. Otra tarde fueron al campo a merendar. El caballero le llenó una copa de vino y ella bebió sin saber realmente lo que contenía. Al instante la doncella se quedó dormida.
Entonces el mago recitó el conjuro para robarle los sueños. Cuál fue su sorpresa cuando le fue imposible y el engaño no lo pudo perpetrar. La doncella seguía dormida plácidamente cubierta con su capa violeta.
La capa entonces le empezó a brillar y el caballero se transformó en el anciano que era. Al instante se convirtió en cenizas y una ráfaga de viento del norte se las llevó. En ese momento la doncella despertó, dándose cuenta del engaño cometido. Desde ese día todas las doncellas del país llevan una capa violeta que brilla con cada logro conseguido.


Inseparables


Julia y Elena llevaban años siendo inseparables, aunque siempre discutiendo. Julia le reprochaba que le quitara los novios, lo que Elena siempre negó. Una vez la acusó de haberle quitado el dinero que guardaba, ella era la única que sabía dónde estaba. Aclarado el malentendido, quedó una vez más en nada.
Los padres de Julia intentaban siempre poner orden entre ellas, algo   difícil de lograr. De vez en cuando convencían a Julia para que se tomara las pastillas que el psiquiatra le había recetado, aunque tardaba poco tiempo en dejarlas.  
Harta siempre de lo mismo, Julia le lanzó un ultimátum a Elena, o desaparecía de su vida o saltaba por el balcón. Elena intentó tranquilizarla, le prometió que si se medicaba ella se iría, pero Julia no la creyó, no era la primera vez que la engañaba. Fuera de sí, abrió la puerta del balcón, mientras Elena trataba de convencerla por última vez. Desde un séptimo piso Julia se lanzó al vacío.
Allí estampada contra la acera estaba Julia y Elena, Elena y Julia.

lunes, 19 de agosto de 2019

La noche bochornosa


Era verano, el bochorno no me dejaba dormir causándome frustración. Me levanté de un salto, me vestí y me largué. Iba andando cuando por la otra acera me crucé con un personaje singular. Iba vestido todo de negro, llevaba sombrero de ala ancha y su perfume se olía de lejos. Se quedó mirándome fijamente de una manera retadora, dejándome helado. Dio la vuelta acercándose de forma inquietante, al tiempo que me chistaba, en ese instante aceleré el paso, él también. Pasados unos segundos decidí parar para afrontar la situación y me dejé alcanzar. El individuo de tez blanquecina, ojos profundos y voz tétrica me preguntó por una calle. Amablemente le contesté dejándole el cuello abierto de lado a lado. Una noche más el objetivo cumplido.

sábado, 17 de agosto de 2019

Cuentacuentos


¿Me oyes? Preguntaba el médium a Rosita. Una niña que había fallecido de forma trágica. Si me oyes haz sonar la campanilla de encima de la mesa, y la campanilla sonó
Así leía Celedonio a Ezequiel un cuento de fantasmas por primera vez, el día que cumplía cinco años, como había hecho con sus hijos y con sus nietos.
Era extraño que se empeñara en asustar así a unos niños tan pequeños. Les decía que era para quitarles el miedo. Lo que aún no se había dado cuenta Celedonio , que el fantasma era él.

viernes, 9 de agosto de 2019

El sapo encantado


Erase otra vez un sapo en una charca. Tomaba el sol todos los días a la misma hora. Un día pasó por allí un lagarto y vio al sapo, le preguntó que hacía. El sapo le contó que era un príncipe encantado esperando el paso de una princesa para que al besarlo el hechizo desapareciera. El lagarto le comento que pensaba que era una rana. El sapo orgulloso le explicó las diferencias entre una rana y un sapo, puntualizando que, de todas las diferencias cabía destacar una, el sapo es más inteligente, aunque mucho más pesado. En el momento que el sapo presumido se explicaba, el lagarto de un lengüetazo se lo comió.

jueves, 8 de agosto de 2019

Brazo de gitano


La familia García era muy particular. No les gustaba relacionarse abiertamente con otras personas. Aun así, eran muy educados y bien considerados en el vecindario.
Celebraban el cumpleaños de su hijo pequeño Pascual, su paso de joven a adulto. Una fiesta por todo lo alto, con toda la familia. Había comida de sobra para celebrar dos cumpleaños, y la barbacoa era su especialidad.
Pascual quería que la fiesta se acabará para irse, mandó a su padre a por el postre. Como era tradición comían brazo de gitano, cada vez más difícil de encontrar, era el acto final de la transición del joven. Un brazo de gitano especial, lo cortó y el resto del cuerpo lo volvió a meter en el congelador.  


sábado, 3 de agosto de 2019

El autobús



Babú era un indio de la India, no de los que llevan plumas, hablaba el hindi y profesa el hinduismo.
De pequeño quería tener un elefante para amaestrarlo y andar con él por toda la India.
Su elefante lo ha cambiado por un autobús.