Era
verano, el bochorno no me dejaba dormir causándome frustración. Me levanté de
un salto, me vestí y me largué. Iba andando cuando por la otra acera me crucé
con un personaje singular. Iba vestido todo de negro, llevaba sombrero de ala
ancha y su perfume se olía de lejos. Se quedó mirándome fijamente de una manera
retadora, dejándome helado. Dio la vuelta acercándose de forma inquietante, al
tiempo que me chistaba, en ese instante aceleré el paso, él también. Pasados
unos segundos decidí parar para afrontar la situación y me dejé alcanzar. El
individuo de tez blanquecina, ojos profundos y voz tétrica me preguntó por una calle. Amablemente le contesté dejándole el cuello abierto de lado a lado.
Una noche más el objetivo cumplido.
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