La
familia García era muy particular. No les gustaba relacionarse abiertamente con
otras personas. Aun así, eran muy educados y bien considerados
en el vecindario.
Celebraban
el cumpleaños de su hijo pequeño Pascual, su paso de joven a adulto. Una fiesta
por todo lo alto, con toda la familia. Había comida de sobra para celebrar dos
cumpleaños, y la barbacoa era su especialidad.
Pascual
quería que la fiesta se acabará para irse, mandó a su padre a por el postre.
Como era tradición comían brazo de gitano, cada vez más difícil de encontrar,
era el acto final de la transición del joven. Un brazo de gitano especial, lo
cortó y el resto del cuerpo lo volvió a meter en el congelador.
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