jueves, 9 de enero de 2020

Nuestro otoño



Fue un otoño fresco, de esos de rebeca al atardecer, paseo con luz tenue y oscuridad tardía, que invitaba a cogerse de la mano, abrazarse y como no, a besarse con las primeras penumbras. Es ese tiempo de hablar del futuro y olvidarse del presente, porque crees tenerlo todo en ese momento. Esa estación de colores renovados, de tirar lo viejo por lo nuevo que vendrá, como era lo nuestro. Es la estación que te invita a soñar con un futuro que existe en nuestros corazones y todo es positivo, de colores caducos, como las hojas de los árboles que dejan ir lo que no sirve.
Los años pasan y se cumple lo que pedimos en aquel primer otoño, estar juntos un año tras otro e ir creciendo como personas, como padres. Llegó el primer julio, risas y ojos como platos, éramos padres sin darnos cuenta. Llegó el mes de abril, oscuro, como una noche de luna nueva en pleno invierno, frío y desapacible para nuestros corazones. Pero no tardó en llegar otra vez el verano, el mes de julio y éramos uno más. Todo sonrisas, alegría y más te quiero para siempre. Así, con nosotros, sumamos dos más y éramos lo que aquel otoño soñábamos. Y siempre habrá ese trocito de corazón en tres, uno para ella, para nosotros. Pasaron los años y llegó el otoño a nuestras vidas y seguimos juntos, como aquel año en que empezamos soñando. Ese sueño es real y ahí andamos, uno al lado del otro, amándonos más que nunca, multiplicando nuestra vida al lado de ellos. Nuestros dos veranos de julio, luminosos y alegres, dos personas increíbles, que nunca hubiéramos soñado, acompañados en su camino vital por las personas que han decidido. Deseándoles un otoño como el nuestro, de rebeca al atardecer, paseo con luz tenue y oscuridad tardía, que invita a cogerse de la mano, abrazarse y como no a besarse con las primeras penumbras.  Y seguirá…

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