Estaba
sentado en la cafetería El rincón de los poetas y me sentí hechizado nada más
verla entrar por la puerta. Su presencia imponía, es de esas mujeres orgullosas
que se piensan que son princesas pero que no quiere que la trates como mujer
objeto. De las de carácter agrio, que presupone lo que tú eres sin conocerte.
De las que proyectan sus defectos en ti. Como cuando eres adolescente y no
admite que le gustas y por miedo al no, te rechaza. Es ese tipo de mujer que te
da un apretón de mano porque piensa que si te da un beso en la mejilla te
excitas. Sí, de esas que quieren que el mundo gire alrededor de ella. Que está
llena de prejuicios y es un mecanismo de defensa para rechazar el mundo que le
rodea.
Pero
cuando te descuidas y bajas la guardia, te atrapa, porque es una mujer fuerte,
que te aman con locura. Que darían la vida por ti. Que se considera persona
antes que mujer, que madre o que compañera. Que luchan por su lugar en el mundo
que le ha tocado vivir, de las que son imprescindibles. Que quieres tener toda
tu vida al lado. Que comparte lo bueno y lo malo y no cree en príncipes ni
princesas. Un ser humano de los pies a la cabeza y tú quisieras ser como ella.
Son de esas mujeres que no admite una injusticia y la combate. Que luchan por
romper y rompen ese techo de cristal que tienen desde niñas. Son mujeres que te
trasmiten ganas de vivir. Una mujer que te hechizan, que crees que no está a tu
alcance y la criticas.
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