viernes, 27 de septiembre de 2019

Pablo el dormilón




Érase muchas veces, en un país cercano, vivía un niño que cada vez que tenía que irse a dormir no quería, sus papás se enfadaban, su hermano se enfadaba y él se enfadaba.
Todo cambió una noche en la que Pablo, que es como se llama el niño, se durmió y tuvo un sueño muy especial.
Soñó que venía un dragón con dos cabezas llamado Drago, que lo llamaba: chisss, chisss, Pablo despierta. Abrió los ojos y vio montado en una de sus cabezas a su abuelo. Al verlo saltó de la cama abalanzándose sobre él.
Sus papás le habían dicho que estaba en el cielo con otros abuelos cuidando desde allí a todos los niños del mundo.
En ese momento Drago le dijo a Pablo que se agarrara bien fuerte que se iban a un lugar muy lejano. Drago empezó a volar. Su abuelo le contó que vendrán todas las noches siempre que esté solo, que nada más se duerma viajarán a sitios maravillosos, con la condición de volver antes que se haga de día.
Esa primera noche fueron a un lugar donde había niños con  lápices de colores haciendo dibujos. Un duende muy viejo era quien les decía que tenían que dibujar. Cuando acababan una hada les cogía el dibujo, diciéndoles lo bien que estaba y los guardaba.
Cada noche se montaba en el dragón, e iban a un lugar diferente, donde niños como él jugaban, reían y se divertían. Una noche fueron a visitar una fábrica de caramelos y se hartaron de comer.
Todas las mañanas, cuando su madre lo despertaba, se levantaba rápidamente, se vestía enseguida, se lavaba la cara y se peinaba. Se preparaba la cartera con todo lo que necesitaba y desayunaba.
Pablo se fue haciendo mayor y poco a poco dejó de soñar todas las noches con su abuelo, solamente si lo echaba de menos. Soñaba que jugaba, que dibujaba, que volaba como un superhéroe, soñaba y soñaba y soñaba…
Desde entonces Pablo come perdiz y se acuesta feliz. 

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