Mientras
se hacía un café como todas las mañana, Natalia pensó en la vida insatisfecha
que vivía. Cerró los ojos y soñó que se transformaba en oruga, que se envolvía
en hilos de seda formando un capullo. Pasado unos días la crisálida se había
convertido en una de las más bellas mariposas que existían. Siguió soñando que
revoloteaba por todo el jardín. Era inmenso, donde duendes y gnomos cuidaban de él, junto a un
grupo de hadas. Volaba por todo la extensión en busca de otras mariposas, pero
era la única que allí estaba. Soñó que
era tan feliz que no quiso despertar. Despertó sin entender nada. Cuando se vio
haciéndose un café como todas las mañanas, Natalia cerró los ojos, soñó que
se transformaba en oruga, que se refugiaba en el capullo de seda. A los pocos
días era una bella mariposa, que revoloteaba por un jardín inmenso, jamás visto
por nadie. Y siguió soñando.
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