Estaba tomándose un café como hacía cada
mañana, con la angustia de saber que él no tardaría en llegar. Se asomó a la
ventana y lo vio acercarse. Oyó abrir la puerta, en ese instante cerró los
ojos y empezó a soñar que volaba, surcaba el cielo con total libertad. Era una
mujer nueva, con ganas de vivir una nueva vida. Abrió los ojos y en ese instante
empezaron los insultos y los golpes. De un empujón se lo quitó de en medio,
cogió la maleta que había preparado, largándose sin mirar atrás. Encolerizado, en vez de ir tras ella, se asomó
a la ventana, empezó a insultarla y amenazarla. Fue tal su ímpetu y su rabia, que
asomó tanto el cuerpo, que cayó, estrellándose contra la acera.
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