sábado, 23 de mayo de 2020

El silencio



Estoy en el patíbulo con la soga al cuello y las manos atadas a la espalda. Me ponen la capucha. Espero un ruido seco que haga desaparecer el suelo bajo mis pies. Va pasando el tiempo y no se oye ni un alma, lanzo un grito desesperado. Creo que me he quedado a solas. Primero tendré que deshacerme de la cuerda que sujeta las manos. Empiezo a mover las muñecas para crear la holgura suficiente. El tiempo que trascurre se me hace eterno. Oigo un ruido seco, el silencio se vuelve algarabía. El suelo desaparece bajo mis pies.

Amor empañado

Si supieras lo enamorada que me tienes, no estarías fuera pasando frío. Todos los días igual, yo en esta mesa, tú mirando a través del cristal empañado. Lo que más me gusta es cuando desempañas el cristal, me miras y me sonríes antes de irte. Ya estoy desando que llegue mañana.

domingo, 10 de mayo de 2020

La caricia


Apagué la luz de la habitación, entonces miré debajo de la cama con la linterna y allí estaba. Todas las noches cuando apagaba la luz, notaba como algo corría por la habitación, hasta meterse debajo de la cama. Era peludo y azul, con ojos verdes y orejas redondeadas. Era muy pequeño, como un hámster, pero no lo era. Tuve una idea, cogerlo y ponerlo dentro de mi casita de miniatura. Le hablé, me entendió y entonces alargué la mano para que se subiera en ella y dejarlo en la casita. Se encendió la luz de la habitación y noté una caricia en mi mejilla, era mi madre despertándome por la mañana.

Cabo de lana


Nunca fui una persona inquieta, más bien tranquila y reflexiva. No es que cuestionara todo, pero si me gustaba ver los distintos puntos de vista que pudiera tener. Lo mismo me pasaba cuando me vestía, pero más aún cuando me desvestía. Hace cinco días vi sobresalir del suéter de lana  un pequeño cabo, me dio por cuestionarlo y estiré con mucho cuidado. Aquí estoy, desde entonces, intentando desvestirme para meterme en la cama.

viernes, 1 de mayo de 2020

La historia



Entro y me dirijo al fondo de la cafetería. Entonces me fijo en una mujer que está sentada en una mesa y un hombre a poca distancia mirándola sentado en otra. No puedo evitar pensar en una historia de ellos en común. Me los imagino discutiendo antes de  entrar a la cafetería. Ella se llama María, enfadada se sienta sola. El nombre de él, Julián, también enfadado hace lo mismo. En un momento dado cruzan sus miradas y ella se acerca para pedirle perdón, él reconoce que ha sido un estúpido y se disculpa. Salen de allí abrazados besándose y se dirigen al hotel que habitualmente frecuentan.

Miedo


Vino sin avisar, como el típico familiar que no has visto en mucho tiempo y de repente aparece. Se nos metió dentro, como un huésped en una pensión y se hace el dueño. Como el óvulo y el espermatozoide que forman una vida nueva y lo tienes en tus entrañas. Como cuando te enamoras y te desarma. Vino el miedo y se lo llevó todo.

Desorientado


No sabía dónde estaba, acababa de despertarme. Me dieron la vuelta en la cama y me dijeron: - te acabamos de quitar el respirador , enhorabuena.

Soñar



La familia de Juan lleva la pesca en la sangre, generación tras generación. Siempre que no tiene colegio va a la playa de Jávea a ver la mar y oler a salitre. Solo hace que pensar  el tiempo que le queda para ir a pescar en la barca con su padre y su abuelo. Mientras tanto,se conforma con ir a la orilla de la playa, sentarse en la arena y soñar.

Los tres


Su sonrisa me cautivó la primera vez que la vi. Por suerte era la prima de mi amiga Amparo y nos presentó. En mi caso tengo que decir que soy bastante cortado y me quedé con las ganas de pedirle el número de teléfono. Jimena y yo no nos volvimos a ver hasta dos años después. Ahora sentados en un banco del parque, recordamos ese día y sonreímos los tres, Jimena, Pablo nuestro hijo y yo.

Guerrero

Corría de frente, gritando para provocar más temor. Su arma, un hacha enorme y su expresión facial daba miedo. Era capaz de acabar con cualquier enemigo que se le cruzara. Su figura era de un guerrero grueso. No me convenció, lo borré y lo hice más estilizado.

La espera



Al final del pasillo, al lado de la puerta de la calle, está sentado Chusco cuando Elena no está en casa, no se mueve ni para ir a beber agua. Sabe que cuando ella vuelve, lo primero que hace es darle un premio. Chusco se pasa todo el día detrás, allá donde va la sigue, hasta cuándo va al cuarto de baño.  Hoy, como no podía ser de otra manera, lleva todo el día esperando en la puerta. La diferencia es que Elena no volverá.