!A
seguir viendo la tele! le espetó el padre al niño, antes que preguntara qué
estaba pasando. Vivían con la abuela materna, una mujer huraña, con una cuenta
en el banco bastante suculenta. No era la primera madrugada que el niño se
levantaba a ver la tele sin que sus padres se enteraran. Lo que no esperaban
era verlo en la habitación, mientras uno sujetaba a la abuela, el otro le
tapaba la cara con la almohada.
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