Gerardo
iba corriendo en busca de su novia para pedirle perdón y retomar la relación. Corría desenfrenado, tropezó
y cayó al suelo rompiéndose las gafas. De lejos vio como Anabel entraba en el
portal de su casa, la llamó sin conseguir que le oyera.Tocó varias veces al timbre sin obtener
respuesta. Se plantó bajo el balcón sin parar de gritar su nombre, a la
vez, las ventanas y balcones se llenaban de curiosos. En un
descuido chafó mal el bordillo, dando un paso atrás y un coche
que pasaba lo atropelló. En ese instante, por la esquina, apareció Anabel. Las
prisas y ser miope le había jugado a Gerardo una mala pasada.
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