¿Te
acuerdas?, fue un invierno cuando te conocí, mientras tomaba un café y tú un té
con hielo. Pensé que eras diferente, especial, quien en su sano juicio iba a
tomar en pleno invierno un té con hielo. Una semana después volvimos a
coincidir, te miré y me sonreíste. Me presenté y tú me invitaste a sentarme en
tu mesa, resultó que teníamos amigos en común. Volvimos a quedar, sin esperarlo,
cuando nos despedimos, me diste un beso. Nuestra relación la fuimos cultivando
poco a poco, como un jardín de distintas tipos de flores. Como un pez a un
anzuelo, me tenías enganchado, enamorado, de la mujer más maravillosa que había
conocido. No quiero que digas nada, solo escucha lo que te digo. Voy a vender
el alma al diablo para poder seguir contigo toda la eternidad.
-Entró
el médico en la habitación, mientras desconectaba el sistema de soporte vital
que la mantenía viva, él la cogió de la mano.
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