miércoles, 23 de junio de 2021

Cambio climático


 


Agdé era el jefe de la tribu. Sentado en la entrada de la cueva al lado de una hoguera, que les protegía de las alimañas, sobre todo del tigre de dientes de sable, su peor enemigo.

Esa noche el firmamento relucía como nunca antes se había visto. Entonces Agde fue testigo de una bola de fuego cruzando de lado a lado el horizonte, creyó que era un mensaje de los dioses, un buen augurio.

El objeto incandescente desapareció de su vista y tras un inmenso silencio vino un descomunal estruendo, como jamás se había oído temblando la tierra donde se encontraban. Salieron de la cueva asustados todos los miembros de la tribu para ver que  ocurría. 

Un largo invierno sobrevino tras el impacto del meteorito, comenzaba  la glaciación.

 

 


viernes, 4 de junio de 2021

El niño esperado



Desde que nací llevo tres lunares en la espalda, bajo el hombro derecho. Mi abuela me crió al morir mi madre en el parto. Siempre me ha dicho que mi padre era alguien importante, por eso no quiso que supieran quién era su hijo. Hoy cumplo dieciocho años y voy a conocerlo. Mi abuela dice que viene porque ya estoy preparado para reinar. Me ducho y me fijo en los lunares, por primera vez veo claramente que  forman el número 666.

A la deriva


 

La tormenta estaba provocando olas de más de siete metros, haciendo muy peligrosa la navegación. Al mando del carguero mercante Ulises un inexperto capitán. Un faro próximo marcaba la cercanía a la costa con unos peligrosos islotes. Un apagón inesperado y el desplazamiento de la carga por un golpe de mar, hizo ir sin rumbo al carguero. Sonó un crujido en el casco y de manera irremediable comenzó a hundirse. Entonces Pablo quitó el tapón de la bañera, sacó el barco y se fue a cenar.

lunes, 29 de marzo de 2021

La mirada





 

La tenía cogida con mi mano derecha y con la izquierda me sujetaba a una gruesa raíz. Le pedí que con su otra mano intentara agarrar mi brazo. A duras penas lo consiguió y aguantó solo un instante. No hacía más que gritar, yo intentaba calmarla. Me suplicó que no la soltara, que tenía dos hijos. Comenzó a balancearse e intentó apoyar los pies en un saliente. Cada vez dejaba caer más su peso y mis fuerzas flaqueaban. Le pedí un último esfuerzo, me miró con los ojos fuera de sus órbitas, la miré, le sonreí y la solté.

El reflejo

 


Cada vez que me miro en el espejo, está detrás susurrando. No entiendo nada de lo que dice y cuando me doy la vuelta desaparece.  Hoy me he puesto el traje azul príncipe de gales, los zapatos marrones con puntera color hueso, la camisa rosa con pajarita que me regaló mi ex. Me peino con la raya al lado izquierdo con gomina, las gafas sin cristales de color lila, me miro al espejo y no está. Salgo al balcón, grito con todas mis fuerzas y oigo que susurran por detrás. Me doy la vuelta y soy yo mirándome.


 

El despertar

 


Acompaño hasta la puerta a mi mujer. Trabaja en el turno de noche en un tanatorio. Mi psicóloga dice que hay que temer más a los vivos que a los muertos.

Cierro con llave, paso el cerrojo y me tomo un Valium, hoy me encuentro nervioso. Noto como poco a poco va haciendo su efecto y me acuesto.

Mi mujer se mete en la cama con mucho cuidado, como cada mañana para no despertarme. Hoy está más helada que ningún otro día. Entonces recuerdo que he pasado el cerrojo, giro la cabeza y no es ella.

 

sábado, 27 de febrero de 2021

La lluvia


 

María oyó un golpe en la puerta de la casa, abrió y era Canelo el perro de Salvador, que tenía un huerto lindando con el de ellos. Canelo salió corriendo, ella detrás, mientras la lluvia la empapaba ocultándole las lágrimas que iba derramando.

Juan, su marido, había salido como cada mañana al amanecer a trabajar al huerto. Antes de irse le dio un beso en la mejilla que la despertó, nunca antes lo había hecho. No pudo  seguir durmiendo. Se quedó inquieta y con un vacío  entre el pecho y el estómago.

Cuando llegó María al huerto la lluvia le impedía ver con claridad. En medio del aguacero, vislumbró al fondo la figura de Juan, que colgaba de una rama del nogal.

viernes, 26 de febrero de 2021

La larga espera


 

Querida Candela, nunca pensé que te echaría tanto de menos. He aprovechado el tiempo que estoy sin ti para recordar nuestra historia juntos. Te conocí en la misma academia en la que estudiábamos, en la que al principio nos hicimos amigos y con el tiempo acabamos saliendo. Me costó decidirme pero al final con un pequeño empujoncito comenzamos juntos esta aventura de la vida. Nunca he sabido que palabra utilizar para decir que eres mi vida, mi razón de ser. Al igual que nunca he sabido mirarte con tanta pasión como te miro y con el paso de los años aún un poco más. He creído que me quedaba corto al trasmitir lo que te amo, te quiero o te deseo, que es tanto que he inventado una nueva manera de medir. Ahora al quedarme solo me doy cuenta lo importante que eres para mí y no se si aguantaré tanto tiempo sin ti. Si llego a saber que iba a pasarlo tan mal, hubiera pegado un bocado a una manzana de esas que te dejan durmiendo, hasta que me dieras un beso y me despertara. El otoño se ha apoderado de nuestros cuerpos y desde luego es la estación del año que más me gusta. Es renovación, como nuestro amor, mi amor, mi pasión, tú y nada más que tú. Tanto tiempo sin ti no se si aguantaré, llevas dos horas de viaje y no lo soporto. Cuando vengas esta noche será como si siete vidas hubieran pasado sin verte.


jueves, 18 de febrero de 2021

Mi abuela



Estaba sentada en una silla en un lado del comedor, en silencio, con la mirada perdida, como si no quisiera molestar con su presencia. Era mi castillo donde acudir a refugiarme cuando por cualquier motivo, mi madre quería darme algún azote. Subía corriendo a su regazo y ella con sus brazos me ponía una armadura infranqueable. Estaba a salvo, como el soldado en la fortaleza más inexpugnable de todas.

Iba rigurosamente de negro, con su delantal a cuadros pequeños. Su cabello recogido con un moño en la coronilla, sujeto con ganchitos de color negro que se dejaban entrever en el cabello. Su ceguera fue sobrevenida al igual que su luto, por la muerte de su hija mayor; ocasionada por la leucemia, dejando un hijo pequeño al cuidado de la familia materna.

Era los años en los que un niño era dichoso disfrutando en un charco, tirando piedras a una lata vacía o simplemente pasando las horas en la calle con los amigos. Eran esos tiempos en los que cuando han pasado, los recuerdas y te dan vida, a los que tanto recurrimos cuando somos adultos. Sin melancolía, sencillamente con cariño, con amor a esos abuelos que tanto echas de menos. Que cuando eres una persona madura te das cuenta de que poseer cosas no te va a dar la felicidad y buscas en ese niño que si lo era, sin nada. Leonor se llamaba mi abuela, mi fortaleza.

martes, 2 de febrero de 2021

Prejuicios


 

 

Estaba sentado en la cafetería El rincón de los poetas y me sentí hechizado nada más verla entrar por la puerta. Su presencia imponía, es de esas mujeres orgullosas que se piensan que son princesas pero que no quiere que la trates como mujer objeto. De las de carácter agrio, que presupone lo que tú eres sin conocerte. De las que proyectan sus defectos en ti. Como cuando eres adolescente y no admite que le gustas y por miedo al no, te rechaza. Es ese tipo de mujer que te da un apretón de mano porque piensa que si te da un beso en la mejilla te excitas. Sí, de esas que quieren que el mundo gire alrededor de ella. Que está llena de prejuicios y es un mecanismo de defensa para rechazar el mundo que le rodea.

 

Pero cuando te descuidas y bajas la guardia, te atrapa, porque es una mujer fuerte, que te aman con locura. Que darían la vida por ti. Que se considera persona antes que mujer, que madre o que compañera. Que luchan por su lugar en el mundo que le ha tocado vivir, de las que son imprescindibles. Que quieres tener toda tu vida al lado. Que comparte lo bueno y lo malo y no cree en príncipes ni princesas. Un ser humano de los pies a la cabeza y tú quisieras ser como ella. Son de esas mujeres que no admite una injusticia y la combate. Que luchan por romper y rompen ese techo de cristal que tienen desde niñas. Son mujeres que te trasmiten ganas de vivir. Una mujer que te hechizan, que crees que no está a tu alcance y la criticas.

domingo, 31 de enero de 2021

Juntos


Me enamoré de María José en la época de travesía adolescente. Esa en la que necesitas un salvavidas por la inseguridad. Una tarde me lancé de cabeza y le pedí salir, ella en ese momento con el timón en sus manos, me dijo que sí. Ese sí, me hizo sentirme tan seguro como el marinero en puerto. Noté una sensación de felicidad que me recorrió el cuerpo de popa a proa y de babor a estribor.

Nuestra relación la comenzamos zarpando con una agradable brisa y la mar en calma, hacia la isla paradisíaca que habíamos soñado. Con los años comprendimos que en la vida navegas unas veces con la mar en calma, otras con marejada y también con mar gruesa. Lo pasamos juntos, remando en la misma dirección.

La vida nos llevó a buscar una playa idílica donde resguardarnos de las tormentas y al fin lo conseguimos. Amarramos nuestras vidas con un cabo grueso para sentirnos seguros y poder terminar encontrando el tesoro escondido de la felicidad.

Al final la marea nos cubrirá y juntos en nuestra isla soñada formaremos parte de la arena de la playa.

Como dos amantes


La esperé con las luces apagadas, una vela con la llama tenue era lo único que alumbraba la habitación. Abrió la puerta, le cubrí con un pañuelo los ojos y la tumbé en la cama. Le quité los zapatos, le desabroché los botones de su blusa y le liberé del sujetador. La falda se la bajé con suavidad. Llevaba un tanga que se lo quité lentamente, acariciando sus piernas.

Comencé besándole todo el cuerpo, bajando desde la cabeza hasta los dedos de los pies, comprobando como en algunos sitios al pasar respiraba acelerada, estremeciéndose. Su lengua buscaba desesperadamente la mía y se la entregué con todas mis ganas. A continuación, la cogí por la cintura y con su ayuda nos unimos, notando como su excitación lo facilitaba. No paró de gemir y suspirar en mi oído, yo me estremecí, descargando toda mi energía dentro de ella. Otra vez más, me había hecho gozar de manera extraordinaria.

Cuando terminamos, sin mediar palabra como habíamos quedado, se vistió y se fue. A continuación, volví a casa andando. Allí estaba esperándome la mujer de mi vida. Esta vez fue como dos desconocidos en un hotel.

sábado, 16 de enero de 2021

Érase...


 

Verde como las hojas de los árboles que le rodeaban. Así era el dragón que sobrevolaba el bosque del reino del Arco Iris. Su Rey era caprichoso y déspota como ninguno. La princesa era prisionera de los caprichos de su padre, que quería casarla con su único consejero, un soldado prepotente, sanguinario y feo como una boñiga de vaca. El dragón hechizado, quería volver a ser quien fue, el soldado más valiente del reino, fiel y tan bello como un amanecer en primavera. Así describía Jimena el inicio de un cuento, que estaba escribiendo en su cuaderno verde.

 

miércoles, 13 de enero de 2021

Mi primer beso


 

Fue saliendo por la boca del metro, en la calle Colón, cuando escuché una canción que hacía muchos años que no oía, era Je t´aime.

Sonaba cuando me dieron mi primer beso. Sí, he dicho bien, me dieron. Fue Isabel, dieciséis años, morena y guapa con locura. Yo catorce, lleno de complejos y tímido, como no podía ser de otra manera.  

Dicen que la nostalgia con medida no es mala. Fue una típica tarde de verano, en la que organizamos un guateque. Las luces apagadas, con una oscuridad espesa por la calor, con solo unos rayos de luz silenciosos que se colaban por las grietas de la ventana.

Isabel me cogió de la mano y nos pusimos a bailar. Me rodeó con sus brazos por el cuello, yo a ella por la cintura a unos centímetros de prudencia, ella apretó su cuerpo contra el mío, yo me dejé llevar.

Sin esperarlo, me acarició los ojos con su mirada, los cerré y noté sobre mis labios el sabor de los suyos. Estaba besándome por primera vez y me sentí el rey del mundo, pero solo acababa de empezar. Giró su cabeza un poco hacía mi izquierda y no entendía nada, al mismo tiempo noté su lengua junto a la mía, en mi cabeza una explosión de colores que me recorrieron todo el cuerpo. Comenzó a faltarme el aire, pensé que no aguantaría, entonces Isabel apartó sus labios de los míos. Se me quedaron con sabor a verano, que ya no volvimos a repetir.

El claxon de un coche me devolvió al centro de Valencia. La canción ya había dejado de sonar. Aquel verano a un chico lleno de complejos y tímido le cambió la vida.