Me
desperté como un día cualquiera, con mi capazo de llevar piedras en la espalda.
Me miro al espejo y a continuación añado una piedra más. Salgo a la calle con
mi globo de helio que me empuja al andar. En cada paso se me va deshinchando un
poco. Cuando llego al lugar de destino ya soy yo quien lo lleva.
Ahí
añado una piedrecita a mi capazo y me siento a esperar. Los asientos son con
clavos que hacen estar alerta en la espera y añado dos piedras más.
El globo de helio ya hace rato que ha desaparecido.
El globo de helio ya hace rato que ha desaparecido.
Llaman
al del capazo y paso, pongo una piedra más y el capazo está casi lleno.
Objetivo casi cumplido. Atento oigo el que.
En ese
momento el capazo me cae encima con todas sus piedras, recojo el capazo vacío y
lo vuelvo a llenar y añado todas las piedras que caben.
Salgo
por la puerta con mi capazo y sin globo, me arrastro como puedo. Llego a casa
con todo el capazo lleno a la espalda, desde ese día compro otro que llevaré en
el pecho. Mañana cuando me despierte estrenaré el capazo nuevo y añadiré una
piedra más.
Así
cualquier mañana que me levanto y me miro al espejo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario